No recuerdo cuando yo lo conocí, por aquellos días yo no era feliz, era un ser destruido que andaba perdido. El destino quiso ponerlo ante mí. No recuerdo nada, tan solo sentí… Su mirada increíble como un rayo invisible me hizo ver el camino. Me tomo entre sus brazos, me curo las heridas…

Yo lo necesito, porque me da fuerza, porque me da aliento, porque me estimula, porque me da ganas de seguir viviendo.

Yo no sé hasta cuando lo voy a tener, solo sé que tengo miedo a perder a ese rayo invisible porque ha hecho posible devolverle a mi vida el camino correcto, el pisar siempre firme y el amor…